
Sánchez-Garnica es licenciada en Derecho e Historia. Nació
el uno de abril de 1962, en el
barrio de Chamberí de Madrid. La pequeña
de cuatro hermanos.
Preparó oposiciones y ejerció la abogacía, actividad que
abandonó cuando sus hijos entraron en la adolescencia. En la actualidad se
dedica de lleno al mundo de la literatura. Su obra, hasta ahora, pertenece al
género de la novela histórica de aventuras, misterio e intriga.
Autora de El gran arcano (2006), La brisa de Oriente (2009), alcanzó un gran éxito con El alma de las piedras (2010), de la
que se publicaron cinco ediciones.
En 2012, con Las tres heridas ha conseguido la
consagración en el mundo de la literatura con un explícito reconocimiento de la
crítica y de los lectores.
Su último libro, La sonata del silencio es una historia
de pasión y traición ambientada en la postguerra española.
Sus libros
Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido. 2016

La sonata del silencio. 2014.

Las tres heridas. 2012

El alma de las piedras. 2010

La brisa de Oriente. 2009

El gran arcano. 2006

WEB DE LA AUTORA
http://www.palomasanchez-garnica.com/
SUS
PALABRAS

ASPECTOS PERSONALES
“Nací el uno de abril de 1962, en el barrio de Chamberí de Madrid.
Según me cuenta mi madre, vivíamos en un cuarto sin ascensor del barrio de
Prosperidad, pero al mes de mi nacimiento nos mudamos a la calle Marcenado, a
un tercero ya sí con elevador, cosa que debió de facilitar mucho la vida a mi
madre teniendo en cuenta que tenía cuatro hijos.”
“Por aquel entonces, mi padre
se preparaba las oposiciones para catedrático, y cada domingo recitaba los
temas a mi madre (de profesión ‘sus labores’), mientras ella le controlaba el
tiempo. En 1966 consiguió la titularidad
de la Cátedra de Patología General de la Universidad de Zaragoza, y allí
nos trasladamos toda la familia, mis padres y mis hermanos.”
“Soy la menor de cuatro hermanos, detrás de dos varones y de mi
hermana, ocho años mayor que yo. Desde muy pronto aprendí a pasar desapercibida
a los ojos de los dos chicos para evitar recibir los ‘ataques’ que le
correspondían a una por aquello de ser niña y, para más inri, la pequeña.”
“No obstante, recuerdo mi niñez feliz, organizada y
acogedora. Fui al colegio de las Escolapias de Ruiseñores: conservo en mi
mente aquel primer uniforme rosa, enseguida sustituido por el de las mayores,
azul marino de tablas rebeldes y volanderas a merced de la fuerza del Cierzo,
que en tantos apuros me puso, incapaz de sujetarlas porque tenía los brazos
ocupados en aferrar el cerro de libros que todas llevábamos pegados al pecho al
no estar de moda la cartera.”
“En aquellos años descubrí el poder que tenía la lectura para
romper las barreras que tanto limitan la vida. Los libros de Enid Blyton,
Las aventuras de los cinco y Los siete secretos, además de Los Hollister, me
acompañaron durante infinidad de horas con historias increíbles que viví con
pasión sin necesidad de salir de mi habitación.”
“Debía de ser yo algo rebelde, y ni las monjas me soportaban ni yo
soporté a las monjas, y el tercero de BUP y el COU los cursé en la Academia
Cima, situada en un antiguo edificio de la calle Cervantes, demolido y
convertido hoy en pisos. Durante aquellos cursos tuve la suerte, no reconocida
por mí entonces, de leer y estudiar a
los Clásicos, gracias a la asignatura de literatura, lecturas obligadas
pero que me dieron el conocimiento suficiente para que, algunos años después,
pudiera disfrutar con su relectura.”
“Cada verano pasábamos quince
días en la playa, al principio en Santander, luego en Salou, pero allí mi padre
no iba porque no le gustaba, y nos enviaba a todos en un taxi mientras él se
quedaba en Zaragoza y nos visitaba en fin de semana. En uno de esos fines de
semana del 72 recuerdo con orgullo su sonrisa iluminando su cara al traernos la
noticia de que le habían nombrado Decano
de la Facultad de Veterinaria. “
“En aquellos primeros años de
la década de los setenta, una vez regresados de la playa, empezamos a ir a Navalcarnero, el pueblo de mis abuelos.”
“Aquellos veranos fueron cruciales, ya que durante nuestra estancia
en aquel pueblo de Madrid, mi hermana, mi hermano mayor y yo encontramos a los
que se convirtieron en nuestros respectivos cónyuges.”
“A Manolo le conocí a
principios de agosto de 1979. Nuestro
noviazgo duró dos años y medio, marcado por los viajes (él vivía en
Móstoles, yo en Zaragoza), por intensos encuentros y despedidas compungidas,
largas horas de tren por mi parte, o kilómetros de carretera de doble sentido
conduciendo él un Renault 12 verde botella por las curvas de Medinaceli o las
rectas de Guadalajara.”
“En ese periodo, mi padre
enfermó y a pesar de sus ansias de aferrarse a la vida, las fuerzas le fallaron
en abril de 1981. Su muerte desestabilizó un equilibrio familiar sustentado
sobre él y su figura patriarcal. A mi
padre le recuerdo autoritario y entrañable, frágil y fuerte, risueño y arisco,
serio y muy divertido, pero sobre todo recuerdo las conversaciones que tuve
la fortuna te mantener con él, pocas y muy escogidas, porque en apariencia,
solo en apariencia, era inaccesible. A lo largo de los años he echado muchas
veces de menos su consejo, sus palabras, su figura, su saber estar.”
“En marzo de 1982 me casé con
Manolo, dejando colgada la carrera de Geografía e Historia. A partir de este
momento hice todo al revés de lo que se considera habitual: tuve a mis dos hijos muy joven, pero
desde el principio busqué, sin saberlo, esa habitación propia que muchos años después descubrí leyendo a Virginia
Woolf, en la que pudiera desarrollar algo que fuera solo mío, al margen de
mi labor de esposa y madre, haciendo cursos de inglés, de puericultura, de
preescolar, hasta que decidí retomar los estudios universitarios, pero en vez
de continuar Historia, inicié la carrera
de Derecho siguiendo el consejo de mi hermano Juan Carlos, porque tenía más
salidas.”
“Me matriculé cuando mi hijo
pequeño tenía ocho meses y el mayor tres años. Yo tenía 24 años y saqué la
carrera en cinco años, cierto es que con mucho esfuerzo por mi parte, pero de
poco hubiera servido mi trabajo si no hubiera contado con la ayuda y el apoyo de mi marido.”
“Vivíamos en Aranjuez y
allí conocí a una registradora de la propiedad que me animó a prepararme las oposiciones a
registrador. Y así inicié una larga
andadura de horas, días, meses y años de estudio y de memorizar todos los artículos
del Código Civil y de la Ley Hipotecaria, nueve horas diarias, de lunes a
sábado, durante cinco años, en los que de nuevo tuve a mi lado a Manolo.”
“Lo intenté con judicaturas y
secretario de juzgado, pero al final, tras seis largos años dedicados a opositar,
tuve el coraje (hay que tenerlo) de abandonar. Fue entonces cuando decidí ejercer la abogacía, ávida de salir a la
calle, de hablar con gente, de ganar dinero con mi trabajo.”
“Ya entonces me dijo mi hermano mayor, también
letrado, que aquello no era para mí. Y tenía razón, aquello no era para mí por
muchas razones, pero lo que realmente me animó a colgar la toga definitivamente fue la incipiente adolescencia que empezaba a despertar en mi hijo mayor,
un cúmulo de hormonas por aquel entonces algo revolucionadas y que necesitaban
de mi control.”
“Nunca me arrepentí de
haberlo dejado. Durante los años en los que ejercí tuve una experiencia que me
demostró que todo esfuerzo merece la pena.”
En ese momento me di cuenta de que tantos años opositando, además de carácter,
me habían inculcado disciplina y constancia, actitudes imprescindibles para el
oficio de escritor.”
“Nunca había pensado en escribir. Desde muy joven tuve la inquietud
de buscar mi lugar en el mundo y he dado bandazos: hice Derecho, preparé una
oposición a registros, terminé la carrera de Geografía e Historia, ejercí la
abogacía unos años… En 2003, a raíz de una conversación entre amigos, me puse a
escribir una novela, se publicó y encontré mi lugar en el mundo. Escribiendo, rodeada de literatura, es como
me siento feliz.”
“Una vez abandonada la abogacía
retomé los estudios de Historia. En junio de 2003 me licencié en Geografía e
Historia. Nunca antes me había planteado escribir, ni mucho menos ser
escritora. En los meses siguientes hubo varios detalles que me impulsaron hacia
la idea de escribir una novela, y el nueve de enero de 2004 empecé lo que se
convertiría en El gran arcano. Todo
lo que resultó de aquella primera obra fue muy gratificante, precisamente
porque nunca esperé nada y todo me vino
regalado.”
“La brisa de oriente supuso para mí el firme compromiso con la literatura, desde los dos lados: como
lectora y como escritora. El alma de
las piedras y Las tres heridas
son el resultado de ese compromiso, rematado con La sonata del silencio.”
“Desde que empecé a
escribir mi primera novela en enero del 2004, he encontrado mi lugar en el mundo: la lectura y la escritura llenan
mis días en la compañía, imprescindible siempre, de mi marido, al que
admiro profundamente.”
“A medida que pasan los
años, soy más consciente de lo
importante que ha sido para mi vida haber aprendido a leer, algo que
remarcó Mario Vargas Llosa al comienzo de su discurso de aceptación del Nobel
en noviembre de 2010. Aprender a leer
nos abre un mundo de oportunidades extraordinario. Sólo tenemos que
aprovecharlas. En nuestras manos está hacerlo o dejar pasar la vida sin
experimentar todo lo que la literatura puede llegar a aportarnos,
engrandeciendo nuestra existencia.”
“Cuando estaba escribiendo mi
primera novela cayó en mis manos El
último catón de Matilde Asensi; su lectura en ese momento formó un extraño vínculo
con la autora. Respecto a Ana María Matute
es una admiración y un respeto por su singularidad, su aparente fragilidad que
no oculta su fortaleza, y una personalidad extraordinaria; de mayor quiero ser
como ella. “
“Yo siempre he leído mucho, a
pesar de que escribí mi primera novela con 42 años y se publicó cuando ya tenía
44. Para mí la literatura siempre ha
sido una pasión, y ahora ya de mayor he descubierto que la escritura
también es otra pasión, aunque distinta.”
“Yo leería hasta dormida y escribir me ayuda a entender mejor el
mundo, a tener más armas para enfrentarme a la vida, nunca me siento sola,
por eso no entiendo que alguien se aburra teniendo un libro al lado. Convertirme en escritora me ha hecho ser
consciente de mi pasión por la literatura.”
“Durante una discusión entre
amigos sobre religión me di cuenta de que todos sabíamos muy poco del
cristianismo, el judaísmo y el islam y me puse a leer mucho sobre este tema, tuve una crisis de creencias, mi fe en el
catolicismo se trastocó y mientras escribía para aclarar las ideas, me salió El gran arcano. Me lo pasé genial
escribiendo y pensé que a lo mejor valía para eso, la vida te va llevando por
un camino o por otro sin que seas consciente.”
“Los escritores
necesitamos el reconocimiento, es un trabajo sin estabilidad, sin la
seguridad de un sueldo fijo todos los meses, no sabes si tu trabajo va a gustar
o no, dependes de las editoriales y de los lectores, por eso les tengo un respeto brutal a los lectores,
porque su reconocimiento es mi fuerza, lo que da valor a mi trabajo, a muchas
horas de soledad, dudas e incertidumbre.”
“Yo me documento a lo largo de
toda la historia a base de lecturas.
O bien ensayos o más concretamente la
propia literatura. Para La sonata
del silencio, me he leído novelas de la época y novelas de la ambientación
a la que nos ha llevado esa época, finales del s. XIX. Leyéndote La Regenta o cualquiera de las obras de
Pérez Galdós, sobre todo, Fortunata y
Jacinta, te das cuenta que los años 40 tienen mucho que ver, en la
mentalidad y en las leyes, con esa época. Se ve, por ejemplo, en la mentalidad
de La Regenta con esa sociedad
pacata en el ámbito civil, ese poder de la Iglesia sobre las mujeres y sobre
las hijas de familia que se controlaban a través de la confesión.”
“Ocurre también en La colmena o en Entre visillos de
Carmen Martín Gaite, toda la obra de esta escritora muestra el aburrimiento de
las mujeres en esa época porque tenían que estar en casa. También en Historia de una escalera de Buero Vallejo vemos la microsociedad , aunque esto se da en Madrid,
podría haber sucedido en cualquier ciudad de España. La escalera es de los
vecinos y cada vecino es uno de los que mira detrás de la ventana, uno que
quiere salir o uno que sube arriba. La
documentación para mí es leer. Leer mucho y a partir de la lectura me van
surgiendo ideas y personajes y a partir de ahí, me tengo que poner a escribir y
la historia sale.”
“Ahora mismo puedo estar leyendo tres o cuatro libros a
la vez. Soy muy desordenada y desorganizada para eso. Tengo un clásico siempre de primera hora de la mañana para
despertar porque me levanto muy pronto, voy a nadar, después de natación leo
unos 15 minutos.”
“Hice el camino
de Santiago hace mucho, con mis hijos pequeños, y siempre me quedó, sobre
todo cuando estaba escribiendo la segunda novela, La brisa de Oriente, la curiosidad de saber cómo se había originado
todo ese mito y todo lo que supuso, y que todavía permanece.”
“En Talavera de la Reina viví 15 años de mi vida, con mis hijos
pequeñitos, y allí me forjé
prácticamente como escritora. Hay un momento en la vida en la que decides
dar un paso, o cambiar, y me surgió la oportunidad
de vivir en Marbella, el clima, el
sol, me da mucha vida. Además, tiene ese ambiente de relajación vacacional, que
también le condiciona a uno. Son épocas diferentes de la vida, aunque para mí Talavera es una ciudad muy
importante, en una época muy importante de mi vida.”
“Mi nuera es un ratón de biblioteca, ha pasado muchísimas horas
investigando en la Biblioteca Nacional y me
ha ayudado mucho. También he contado con los testimonios directos de mi suegro. Mi padre, en cambio, no hablaba
de la Guerra Civil y murió muy joven, con 57 años. Mi madre lo único que cuenta
siempre es el hambre que pasó, pero no durante la guerra, sino después, durante
la posguerra.”
“También investigué en los archivos de Móstoles, ciudad en la que
comienza la historia de La sonata de
primavera. Y, como no podía ser de otra forma, para documentarme he leído
muchísimo, tanto novela como ensayo: Barea, Agustín de Foxá, Gironella,
Campoamor, Javier Cercas, Muñoz Molina, Javier Marías. Y lo que he sacado en
claro después de leer a estos autores es que la guerra arrasó al 95% de las personas, su vida, su futuro, sus
proyectos, sus sueños. Todo quedó arrasado. Además, como decía Clara
Campoamor, el triunfo tan rotundo de los vencedores tuvo como consecuencia que
ellos tuvieron que cargar sobre sus espaldas con los errores y la
responsabilidad, mientras que los vencidos fueron vistos como víctimas y se les
excusaba y perdonaba más fácilmente.”
“Los años cuarenta fueron una época muy gris, en la que los vencedores
actuaron con gran brutalidad, mientras que en la Guerra Civil se cometieron
barbaridades en los dos bandos.”
“Cuando escribo necesito un silencio absoluto, no se me
puede molestar para nada porque me pongo de muy mal humor y solo cojo el
teléfono a mi editora y a mi agente. Mi
marido es mi secretario, mi compañero, mi universo, es un gran hombre y
tengo mucha suerte de tenerlo a mi lado.”
ASPECTOS PROFESIONALES

“Lo que resulta más complicado a la hora de crear personajes, es el interior de las personas, su sentir, su
emoción, y más en unas circunstancias que a mí me resultan ajenas, porque yo no
he pasado una guerra, ni por la fase más oscura y dura de la dictadura, ni por
sus miedos o sus necesidades. Con mis
libros he intentado captar ese interior de los personajes a través de lecturas
de la gente que sí lo vivió; espero haberlo conseguido”
“Muchos de los ingredientes que
aparecen a lo largo de mi escritura son referencias a recuerdos, vivencias
—pasadas o reinventadas—, anhelos, miedos, inseguridades o incapacidades
propias. La vida está llena de pequeños
detalles que le dan valor, esas historias que pasan desapercibidas pero que
marcan nuestras vidas. Gracias a la literatura, esas pequeñas historias se pueden convertir en grandes novelas que
beneficien a futuros lectores, igual que me puede beneficiar a mí escribirlas.”
“Mis personajes entran en mi vida, se instalan y ya no salen hasta que
la novela terminada pasa a la “propiedad” de la editora; conviven conmigo
no sólo en las horas que dedico a escribir, sino durante todo el día; se meten
en mis sueños, en mis conversaciones, me acompañan siempre, cuando nado, cuando
leo, cuando compro o cocino, siempre están ahí, contando cosas, hablando sin
parar, o callando, en silencio, a la espera de que les preste atención y les
escuche. Además les llego a conocer
tanto que cuando termino siento un extraño vacío, una soledad difícil de
explicar que sólo se llena buscando otra historia que contar. Es como si,
durante mucho tiempo, hubieras tenido gente viviendo en casa y de repente se
van todos; entonces, esa sensación de silencio y soledad es inevitable.”
“La historia de Miguel Hernández era lo que yo quería
contar, su vida también quedó arrasada, vencida, cuando empezaba a ser alguien,
a subir en la vida, todo se rompió y se quebró. El título de una de mis novelas es un homenaje a él, por eso
también aparece en la historia. Yo conocí su poesía y la de Machado gracias a
las canciones de Serrat, siempre lo he llevado conmigo, lo tengo grabado. Porque
no se puede decir tanto en tan pocas palabras y con tanto sentimiento.”
“La Guerra Civil, sus
historias, me inspiraban, pero al mismo tiempo me daba mucho miedo escribir
sobre este tema, porque ignoraba muchas cosas. Pero las ideas se nos imponen.
Por ejemplo ahora estoy trabajando en una historia también con la inspiración
impuesta, en algo que quiero entender y comprender. Siempre me dejo llevar por la historia y los personajes. Sé dónde
quiero ir, sé más o menos cuál va a ser el final, pero todo lo de entremedio va
surgiendo. En todos los personajes hay
algo mío, de mi entorno, de lo que odio y de lo que amo, de mis pasiones y
de mis defectos.”
“Yo escribo para aprender; escribiendo organizo, estructuro y comprendo
los conocimientos que adquiero leyendo y que se amontonan en mi mente con un
desorden a veces exasperante. La escritura me ayuda, y había muchas lagunas que
rellenar y mucho que comprender en esa etapa de nuestra Historia.”
“Se publica demasiado, mucho
más de lo que se tendría que publicar, pero también es cierto que todos
merecemos una oportunidad. Por suerte
ahora hay mucho más acceso a la lectura, se lee más que antes. Y eso es lo
importante, leer, ya sea Thomas Mann o El código Da Vinci…”
“No tengo miedo al libro
electrónico. Nosotros no vamos a ver desaparecer el libro tradicional, físico,
en papel. Yo soy de las que se queda embaucada dentro de una librería o una
biblioteca. Creo que los libros son un
patrimonio que dejamos y que una casa sin libros es una casa desangelada.
Ya no hay excusa para no leer, muchos libros en poco espacio, en cualquier
parte. Apuesto por la convivencia entre los dos formatos, de la misma forma que
la radio y la televisión también conviven. El libro electrónico y el libro en
papel son dos mundos que se engrandecen mutuamente.”
“Yo escribo como una mujer
porque soy una mujer. Creo en la
igualdad ante la ley, pero defiendo la distinción como mujer y como persona.
Cuando Javier Marías escribió Los
enamoramientos, decía que los hombres tienen más facilidad para ponerse en
el papel de una mujer porque, por tradición, desde el principio de su vida
tienen más contacto con mujeres: la madre, la tata, la cocinera… mientras que
nosotras hemos tenido menos contacto con ese mundo de hombres. Eso está
cambiando. Yo, aunque escribo y siento
como mujer, desde pequeña he estado más rodeada de hombres que de mujeres.”
“La música se convierte en un personaje más que se desliza por mis
historias. Aunque no entiendo de música, a mí me ayuda a concentrarme para
escribir. Y es un homenaje a los creadores y a los intérpretes.”
“La Ferias del Libro es
emocionante. Es la manera en la que se hace efectivo el círculo mágico de la
literatura, que empieza cuando yo inicio la creación de la novela y se cierra cuando
cada lector termina el libro y piensa que ha merecido la pena. El que una persona se acerque con el libro,
leído o por leer, me produce gratitud. Supone dar valor a un trabajo al que
es muy difícil darle valor: el libro se echa a la calle y no sabes si has
acertado o no.”
“Puedo escribir a mi manera
siempre. Hay gente a la que le llega y lo sé porque lo estoy viendo en el
contacto con los lectores. Hay veces que llega a emocionarme. Para mí, el escribir es un reto.”
“Cuando me preguntan qué novela
mía tienen que empezar, yo siempre digo la última que es la mejor porque escribir se aprende escribiendo y por
lo tanto mi mejor narrativa es la última.”
“La mejor novela aún no la he escrito porque cada novela es un reto
para mejorar en estructura y en historia de mi oficio. La responsabilidad la
tengo con respecto a los lectores desde la segunda novela, porque la primera la
escribí totalmente espontánea, con La
brisa del oriente tuve el miedo de “a ver si es verdad”.”
“A la quinta novela parece que
a la gente le va cuajando pero siempre voy
a escribir con esa ambición de hacerlo cada vez mejor y de llegar a los
lectores con una calidad literaria y con una capacidad de envolverles, de crear
y de provocarles sentimientos. Estas cosas que me dicen, sobre todo con estas
dos últimas novelas, que se les queda un vacío cuando la terminan, eso me
encanta porque lo he sentido yo como lectora.”
“Cuando me ha ocurrido me quedo
como una semana descolocada sin saber qué iba a leer después y te quedas con
esos personajes y sensaciones, eso es lo que busco yo al crear las novelas. No quiero que mis novelas sean sólo de
entretenimiento para el lector sino que le llegue un poquito más allá, que
pueda haber una persona que lo lea deprisa y corriendo, pero me gusta que la
gente me diga “me he indignado, he llorado o me he emocionado”.
“Para crear mis novelas he leído mucho, no sólo ensayos de
historiadores: Santos Juliá, Beevor, Preston, las crónicas de Pedro Montoliú o
de Rafael Abellá, Brenan, biografías de personalidades destacadas de la época,
también novelas de los que fueron testigos de aquellos hechos y luego novelaron
sus vivencias, desde Manuel Chaves Nogales, pasando por Arturo Barea, George
Orwell, Agustín de Foxa, Gironella, Alberto Méndez, J.Eduardo Zúñiga,
Iturralde, Carlos Morla Lynch, Clara Campoamor o Ramón J. Sender, entre otros,
además de otros contemporáneos que han tratado el tema como Javier Marías,
Antonio Muñoz Molina, Javier Cercas. La literatura ha sido uno de las bases de
mi documentación.”
“Además he visitado los lugares que aparecen en mis novelas, he indagado en
archivos y preguntado a los últimos testigos vivos de aquella terrible tragedia
que tenía a mi alrededor. La pena es que son ya muy pocos; no escuchamos lo suficiente a los viejos, cuando somos niños les
prestamos atención, luego, cuando vamos creciendo los apartamos de nuestras
vidas convencidos de que nada pueden enseñarnos, y cuando nos damos cuenta del
capital humano que contiene su experiencia, es ya demasiado tarde y se han ido
para siempre.”
“Cuando estoy escribiendo dejo que los personajes sean los que se
posicionen, no me resisto, sería inútil y un trabajo perdido; alguna vez lo
he intentado y no me ha quedado más remedio que retroceder, borrar y seguir
‘su’ camino, el marcado por ellos.”
“La literatura no sólo es entretenimiento, en ella podemos encontrar
aquello que no puede mostrar la historia oficial, podemos comprender los
sentimientos de las personas, sus emociones, sus claros y oscuros. Leyendo Las tres heridas entenderán un poco
mejor cómo era la gente en el momento en el que se inicia la guerra y en lo que
quedan convertidos por ella. Con todo ello espero que podamos ser capaces de
una vez de enfrentarnos a nuestra Historia, si no con objetividad, sí con
honestidad, y enterrar de una vez el maniqueismo (la idea de que los unos
fueron muy buenos y los otros muy malos). La realidad fue mucho más compleja, o
puede que más simple, porque para la mayoría de la gente se trataba
sencillamente de sobrevivir.”
“Mis referencias literarias ahora mismo son Antonio Muñoz Molina y Javier
Marías. Los he leído mucho porque su narrativa es mi referente. Puedo citar
otras referencias literarias, y debo decirte que a mí, personalmente, me gusta
tenerlas en escritores españoles, que no sean traducidos, porque si luego leo
otras como por ejemplo, de Dostoievski o
Dickens, aunque pueden estar bien, son al fin y al cabo una traducción. Vargas Llosa es otros de mis
referentes, aunque debo hacer mención a los clásicos, como Clarín, Pío Baroja o Galdós, y es que tenemos mucho donde sacar.”
“No impongo nunca esquemas, ni una ordenación de lo que tiene que ser
cada capítulo, la historia va surgiendo según quieren los personajes,
además cuando intento en algún momento meterme por un camino que no les gusta o
que no les convence, me paran, y tengo que echar marcha atrás; no considero que
contenga un esfuerzo que el personaje sea un hombre o una mujer, no me crea
dificultad puesto que al abstraerme totalmente, lo hago del mundo actual, y de
lo que soy ahora mismo.”
“Intento adentrarme en la psicología de los personajes, abstraerme
de la comodidad en la que yo vivo, de la seguridad y dimensión en la que
vivimos, los años en los que nos ha tocado vivir, e intento meterme en cómo,
para no juzgar ni justificar ninguna acción, sino narrar el cómo vivieron esa
gente, que también tenían una vida, un proyecto, una normalidad, y de repente
todo eso se rompió.”
“Cada mañana leo lo escrito el
día anterior y continuo con mi labor, así es. Y a mis personajes les dejo total
libertad para que sean. Hay veces que quizás les quiero llevar por un camino y
eso me puede llegar a bloquear. Lo mío
es la espontaneidad total.”
“No busco contar la historia con mayúsculas. No busco profundizar en
ella. Aquí eso solo me ha servido como escenario para contar historias de
personas.”
“La música me ayuda a escribir porque me aísla del mundo y me predispone
al proceso de creación. Con La
sonata del silencio, utilicé Los Nocturnos de
Chopin, los oía de forma reiterada, de tal manera que con el tiempo,
más que escuchar me acorcha la mente, y tan sólo con oír la primera pieza, me
incita a entrar en la historia y teclear. Esta magia de la música fue algo
que descubrí escribiendo las Las
tres heridas, con la que me aislé a través de El Concierto de Brademburgo de Bach.”
“Cuando escribo, no pretendo contar nada referente a la política o la
historia, convertidos tan solo en un escenario, en el ambiente en el que
viven y respiran mis personajes. Lo que me interesa contar es la historia con minúscula, la de la gente
normal, como la de cualquiera de nosotros, me interesa contar aquello que
no es titular de ningún periódico, ni es objeto de ningún estudio. Cuando
escribo, igual que cuando leo novelas, pretendo comprender y entender cómo, por
qué y para qué reacciona la gente de una manera u otra cuando está sometida a
una determinada presión, o pasión, o sentimiento interno o externo, y asimismo,
saber o entender cuáles son sus consecuencias. Es el milagro de la literatura, la ciencia de la sociedad, la
intrahistoria de la que hablaba Unamuno, algo que no se puede encontrar en
los libros de Historia y que sólo
hallamos en las novelas.”
“Siempre empieza todo con una
vaga idea de lo que me podría llegar a interesar, con algo sobre lo que tengo
curiosidad de entender o comprender mejor. A partir de ahí tengo que ponerme a
escribir para poder expresar lo que se va fraguando en mi interior. La
estructura se fue haciendo poco a poco sin un esquema previo. Escribo y va
saliendo, tal y como si leyera una historia desconocida para mí. Lo único que
elijo de manera consciente es la voz narrativa: en primera persona o en voz
omnisciente. Lo demás lo dejo en manos
de la magia de la literatura. Eso sí, soy
muy disciplinada y constante para escribir cada día, muchas horas,
indefectiblemente, sea lunes o domingo, necesariamente tengo que sentarme a
escribir.”
“El hecho de que alguna de mis novelas se convierta en serie de
televisión, es para mí un regalo que observo como espectadora emocionada.
Yo tengo claro que una película o una serie de televisión son medios muy
distintos a un libro; no es lo mismo sentarse a ver una pantalla donde tu
cerebro procesa no solo las imágenes sino el sonido que las acompaña, la voz,
la música, los efectos ambientales…, que sentarse con un libro en la mano y
leer, dando forma y modelando con las pistas que da el escritor, el rostro y la
personalidad de cada personaje, los ambientes, los sonidos y cada una de las
situaciones que uno se encuentra en el acto solitario y silencioso de la
lectura.”
ASPECTOS SOCIALES

“Tenemos la obligación, el deber y la necesidad de conocer nuestra historia, para poder comprender y
entender lo que pasó, sin justificar ni juzgar nada ni a nadie; una mirada, si
no con objetividad, sí con honestidad.”
“Mi intención, más que la
historia que es sólo un telón de fondo, era mostrar a los personajes, sus sentimientos, su asimilación de la época
difícil que les tocó vivir, de los cambios bruscos que sufrieron de la
normalidad, de las pérdidas, de las ausencias, de la miseria humana y material
a la que la guerra les abocó y que continuó en la dictadura. Ha sido mi
principal objetivo, que el lector pudiera percibir esas sensaciones, esos
miedos, ese desconcierto, y, sobre todo, en lo que la guerra les convierte a
cada uno de ellos.”
“Los de nuestras generaciones
no podemos evitar el temor a no ser lo suficientemente objetivos; es un tema
todavía muy cercano en el tiempo, y aún hay heridas sin cerrar; mi tranquilidad al respecto vino de la
lectura, leyendo se cura el maniqueísmo, eso dice Antonio Muñoz Molina con
el que estoy totalmente de acuerdo.”
“Ubicar a los de un bando en el
lado de los malos y a los del otro bando en el de los buenos no lleva nada más
que a la intolerancia. No hubo dos
Españas enfrenadas en una guerra, fue algo mucho más complicado; y tampoco
todos los que estuvieron en el bando nacional se convirtieron en verdugos con
la dictadura.”
“Hay que leer mucho para desprendernos por fin de esta costra que
todavía llevamos y afrontar nuestra historia con honestidad.”
“Yo me adentro en una novela
sin pensar en el nombre o en el sexo del autor/a. Lo que sí es cierto es que
todavía hay mucha más literatura escrita
por hombres que por mujeres. Aún nos queda mucho camino que recorrer. Hace
muy poco tiempo que las mujeres que nos queremos dedicar a esto disponemos de
una habitación propia y una cierta independencia para poder escribir, como bien
decía Virginia Woolf. A pesar de todo, avanzamos a buen ritmo.”
“Todos en general ignoramos mucho más sobre la Guerra Civil de lo que
estamos dispuestos a reconocer. Al menos la gente de mi generación
estudiaba esta parte de la Historia de España como un tema más, pero muy por
encima, ya a final de curso, al menos así lo estudié yo en 1978 cuando estaba
en tercero de BUP. Y entonces, a pesar de que ya se había terminado el
franquismo, nos seguían enseñando que los republicanos eran un desastre, lo
peor de lo peor, y que a los del bando nacional no les quedó más remedio que sublevarse
para salvar el país. Y, por si fuera poco, los que lo vivieron han guardado
mucho silencio. Por eso ahora tenemos
que ser capaces de lograr un equilibrio entre la derecha y la izquierda,
entre los buenos y los malos, tener una mentalidad distinta. Y eso sólo se
consigue a través de la literatura, que nos transmite los sentimientos, las
vivencias. Tengo que confesar que antes de empezar la documentación de esta
novela había leído muy poquito sobre la Guerra Civil pero escribo para aprender
y leer y escribir sobre este tema me ha enseñado mucho para ser capaz de
comprender y entender todo lo que pasó sin juzgar ni justificar lo ocurrido.”
“La sociedad ha cambiado mucho en estos 75 años de paz aunque
entremedio hubo una larga dictadura. Vivimos en un Estado del Bienestar, sin
conflictos graves, ahora estamos atravesando una crisis, es cierto, pero son
nimiedades comparadas con la mentalidad de antes. No tiene nada que ver la
mentalidad de antes con la de ahora. Tampoco la izquierda y la derecha, la
justicia, la injusticia, el mundo, la sociedad son los mismos antes que ahora. Ahora en general la gente es mucho más
tolerante.”
“Tras una dictadura muy larga,
se cerraron las heridas que se cerraron. Luego, durante los años ochenta y
noventa, estábamos demasiado preocupados por ser competitivos, europeos, por
modernizarnos y por quitarnos la caspa y la costra de la dictadura. Pero en ningún momento nos preocupamos por
escuchar a la gente que había sufrido la Guerra Civil y el franquismo. Y de
esas personas ya quedan muy poquitas. Ahora
las heridas hay que cerrarlas en sus nietos, curar el resentimiento y hacer
que sea posible cerrar las heridas. A los muertos ya no se les puede devolver
la vida, eso es cierto, pero sí al menos homenajear a las víctimas, recuperar
sus cuerpos, encontrar sus tumbas, ponerles una lápida.”
“Tras la Guerra Civil hubo en España un retroceso de la sociedad en
general y de la mujer en particular a la situación de finales del siglo
XIX. Todos los logros que hubo en los años veinte y que se hicieron efectivos
en la Constitución de 1931 quedaron fulminados cuando Franco ganó la guerra. La
mujer soltera dependía del padre y, aunque la mayoría de edad era a los 21
años, no podía emanciparse hasta los 25. La
mujer casada pasaba a depender de su marido y requería su autorización para
cualquier cosa, excepto la economía doméstica: para abrir una cuenta, para
aceptar una herencia, para ser contratada, e incluso entonces el sueldo se le
pagaba al marido. Se estableció de nuevo el adulterio como delito, más grave
para la mujer, y se recogió el crimen pasional, por el que a un hombre que
matase a su mujer y al amante en flagrante delito de adulterio no le pasaba
nada. En los delitos contra la libertad sexual, la víctima no era la mujer; lo
que se protegía era el honor del hombre. Dentro del matrimonio no existía la
violación ni los malos tratos. Y la sociedad lo aceptaba así.”
“Yo en esto me sumo a Clara
Campoamor, que defendía que las mujeres
pudieran desarrollarse como personas pero a la que no le gustaba el término
feminista. Considerar inferiores a las mujeres supone anular a la mitad de
la sociedad, y eso perjudica a esa mitad, evidentemente, pero también a la
otra, a los hombres. Se perdió mucha inteligencia, muchas ideas, mucha pasión,
al someter a mujeres muy válidas a aquella vida anodina, en la casa,
condicionada por el qué dirán, por la Iglesia…”
“Antes era la presión social de
la escalera, ahora no la tenemos porque, a
lo mejor, ni conocemos al vecino de enfrente, pero tenemos el twitter, facebook
y wattsap y te pueden machacar la reputación de una persona por la maledicencia
de un comentario. Ahora, la gente joven, la manera de coaccionar a
compañeros es esa. Han cambiado las formas pero la gente sigue murmurando y
presionando. La diferencia es que antes al ley amparaba esas murmuraciones
porque las mujeres no se podían mover de su sitio y ahora la ley te puede
amparar si estas en una situación de calumnias o injurias.”
“La historia oficial se ha escrito siempre por hombres, y hasta hace muy
poco la sociedad era machista por naturaleza, mujeres y hombres, (eso no
quiere decir que el machismo haya desaparecido hoy, pero vamos por el buen
camino). A las mujeres se nos ha considerado inferiores hasta hace muy poco.
Incluso en la literatura han sido los hombres los que han tenido preeminencia,
porque a las mujeres nos faltaba, como bien decía Virginia Wolf, una habitación
propia (si es posible con cerrojo) además de independencia económica para poder
dedicarnos a esto. Creo que la historia en general ha tratado el papel de las
mujeres de manera muy tergiversada y manipulada, en todo caso insuficiente.
Espero que esto irá cambiando con el tiempo. Hay que tener esperanza.”
“En situación de guerra, los
planteamientos de vida y las razones para morir son mucho más evidentes. Ahora tendremos crisis y otros problemas,
pero está claro que llevamos una vida bastante más ordenada.”
“En el caso de la guerra, la gente se levantó un 18 de julio con idea de
pasar un domingo apacible de verano, y en
pocas horas se fue desmoronando todo lo que tenían alrededor. El miedo se
instaló en todos sitios, todo se paralizó. Se sufrió un miedo brutal, unos
lo utilizaron para matar, y a otros los llevó a la muerte. Se rompió totalmente
la normalidad; la impunidad fue absoluta: cualquiera con motivaciones políticas
o no podía entrar en tu casa y llevarse algo o a alguien, así sin más, y no
pasaba nada. La gente pensaba que aquello duraría días o semanas, y sin embargo
duró tres años. En situaciones así tienes que plantearte las razones para vivir
y para morir, incluso como si se tratase de una obligación.”
“El lector va a ver la realidad de lo vivido, y cómo esas circunstancias
han cambiado tanto a los vencedores como a los vencidos, pero sin marcar la
bondad o maldad de los bandos. Eso sería un ejercicio de intolerancia que yo no
persigo, porque aquella guerra fue algo mucho más complejo que dos bandos
enfrentados.”
FUENTES
http://cuentatelavida.blogspot.com.es/2012/08/entrevista-paloma-sanchez-garnica.html
http://www.mardetinta.com/las-tres-heridas-entrevista-a-paloma-sanchez-garnica/
http://www.horapunta.com/noticia/2021/entrevistas/entrevista-a-paloma-sanchez-garnica.html
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/05/31/paisvasco/1401521307_948222.html